Con los pies cansados de tanto caminar, con las fuerzas jugando a arrastrarse por el piso, con la vida en una eterna confusión, así amanecemos a veces…
Pero el Sol cada día vuelve a salir, las responsabilidades llaman y la necesidad también y logramos levantarnos de la cama, con la esperanza puesta en que hoy todo va a ser diferente.
No importa lo cansado que estemos, sobran motivos para vivir: el viento, las flores, el cielo, las amistades, la sonrisa, los amigos, los que no son amigos, te enseñan a superar adversidades.
Sin fuerzas para caminar, pero con el mayor ánimo de estar bien, con ganas de encontrar un nuevo motivo para sonreír, para luchar, para ser feliz.
Sin fuerzas después de la batalla, pero con ánimos de ganar la guerra contra las tristezas y las decepciones.
La vida es una cajita de sorpresas y si ciertamente llegan cosas malas, ¿por qué no confiar en que llegarán las buenas también?
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