Cuando nos damos cuenta de que actuamos mal, que por nuestra culpa alguien ha sufrido o sufre, nos sentimos culpables.
Tal vez dijimos las palabras equivocadas, tal vez juzgamos mal, tal vez tuvimos un accidente o no pensamos bien antes de actuar… Pero sea lo que sea lo que nos provoco este sentimiento de culpa… si es posible, intentemos repararlo.
La culpa es un sentimiento natural en los seres humanos. Alguna vez todos nos hemos sentido mal por defraudar a alguien que amamos o a nosotros mismos, pero lo importante es que sepamos seguir avanzando.
Es cierto que nos equivocamos poco o mucho, pero también es cierto que si erramos no es por el “placer” de sentirnos miserables y dañar lo que más amamos. Los errores en nuestro camino son normales, son señales de que estamos haciendo nuestras propias elecciones y tenemos el mando de dirigir nuestras acciones, lo que no nos quita las responsabilidades, pero nos ayuda a mirar lo que sucede tal cual es.
La culpa necesita de un esfuerzo consciente para liberarnos de la carga que puede representar para nosotros. Y el primer paso para superarlo no consta en actuar como si nada pasara, el primer paso es ver lo que sucedió con el fin de replantear nuestros sentimientos, finalmente hay que buscar una solución, sin excusas, e intentar mejorar el daño ocasionado.
Tenemos derecho a equivocarnos, pero también tenemos la obligación de reparar los daños ocasionados, no sólo por las personas que herimos, sino también por nosotros mismos, para que podamos ser libres de la mancha de la culpa.
Es un acto de aprendizaje para nosotros y los seres que lastimamos, no hay nada de malo en ello, sólo la tranquilidad de reconocerte como un corazón que limpia sus heridas.

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