Cuando expresas las emociones de forma controlada, son beneficiosas, pues te pueden ayudar, entre otras cosas a estrechar las relaciones con los demás. Pero si no las dominas, pueden tener un efecto desastroso en ti y en los que te rodean. Seguramente tú también has visto que es difícil dominar ciertas emociones. Quizá te cueste controlar tu genio. O puede que a veces te invada una profunda tristeza. Por eso, aprende a controlarte: cuando una persona nos trata de forma injusta, es natural que nos enojemos, y en estos casos hay quienes pierden el control enseguida. Es peligroso dejarse dominar por estas emociones, pues pueden hacer que uno haga o diga algo de lo que luego se arrepienta. Entonces, si alguien te trata mal, ¿cómo puedes controlarte? Antes que nada, analiza la situación con calma. La persona que se deja dominar por el rencor es como el pez que muerde el anzuelo: ahora otro la controla. Recuerda que devolver daño por daño solo empeorará las cosas. Después de pensarlo bien y sin juzgar quizás veas que el resentimiento desaparecerá. Y si eso no alcanza, hay tiempo de callar y tiempo de hablar, ¿por qué no hablas con la persona que te ofendió? Si crees que eso no sería lo mejor, podrías contarles lo que te pasa a tus padres o a un amigo confiable. Y aun si ves que esa persona te trata mal o a propósito, no le pagues con la misma moneda, sino que esfuérzate por ser amable.
Es verdad que nunca podrás cambiar lo que pasó, pero sí puedes cambiar tu forma de reaccionar. Si dejas que el resentimiento te domine, en cierto modo estás permitiendo que la otra persona controle tus pensamientos y sentimientos, tal como un pescador controla al pez que muerde el anzuelo. ¿No preferirías ser tú el que tuviera el control?
Te resultará más fácil controlar tus emociones si comes bien y descansas lo suficiente.

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