Perdonarnos para poder perdonar. En demasiadas ocasiones somos muy duros con nosotros mismos y nos culpamos de todo lo que sale mal en nuestras relaciones.
Cuando una relación está pasando por malos momentos, pensamos y pensamos... si hubiésemos hecho esto o eso otro, las cosas serían diferentes… Nos vienen a la cabeza ocasiones en las que podíamos haber actuado mejor, dicho otras cosas y reaccionado de forma diferente… es como si nos echáramos en cara no ser perfectos cuando eso es algo que nadie puede pretender serlo.
Intentemos dejar los pensamientos negativos a un lado, tratar de ver la vida con mejores ojos, aprender a soltar la cuerda invisible que tenemos con la persona, aprender a olvidar, aprender a perdonar…
El perdón empieza por uno mismo, por perdonarnos para poder perdonar.
Cuando una relación se rompe, una oportunidad surge.
Cuando las cosas van mal siempre nos asusta la posibilidad de quedarnos otra vez solos; es normal, no tiene que ser un problema o un motivo de tristeza, al contrario es una nueva experiencia, una nueva vida que debemos aprender a vivir y así se debe tomar.
El hecho que la relación no funcione no es tu culpa, en todo caso es de las dos partes, siempre hay dos personas y cada uno tiene que hablar de sus errores. Nunca des por finalizada una relación sin antes hablar.
Quizás de todo de lo que te culpas, no es nada más que la falta de comunicación.
Llevar bien una relación nunca es fácil, pero si tienes ganas salir adelante, empieza por aceptar que somos humanos, por lo tanto estamos llenos de errores y defectos, que nadie tiene la culpa de nada, que sólo hay que apartar el orgullo, dejar salir el sentido común y hablar. No todo tiene porqué ser tan negativo.
Cada día es nuevo, y llega con una nueva oportunidad. No le cierres la puerta a la felicidad, todo puede suceder.
Las relaciones rotas no son culpa de una sola persona sino de dos, no te sientas mal y líbrate de esas cadenas… y trata de retener lo que ya tienes en tu vida.

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